El ataque al HMS
Invincible

El
30 de Mayo de 1983, el Diario ABC de Madrid publicaba:" No sé si
el sacrificio de estos pilotos devolverá las Malvinas a su país.
Pero sé otra cosa, tal vez más importante... que cuando, en
adelante, se imaginen al argentino ya no pensarán en el gaucho
típico, en el engominado cantante de tangos o en la presidente
de revista. Pensarán en esos pilotos que han sabido morir por
saber por qué vivían, privilegio hoy al alcance de muy pocos.
Es lugar común decir que Argentina ha sido bendecida por todos
los dones del cielo y de la tierra; pero sobre todo, ahora lo
vemos, por sus hijos que se hicieron aviadores.
Durante la Guerra de Malvinas el mundo fue testigo de las
operaciones aéreas más arriesgadas que se hayan llevado a cabo
contra una flota luego de la Segunda Guerra Mundial y hasta la
fecha. En combinación la Fuerza Aérea Argentina y los
Escuadrones Aeronavales de la Armada hundieron, o sacaron de
combate a 22 embarcaciones británicas (ver listado). Pero hubo
una acción que se destacó entre las demás, la Operación
Invencible, llevada a cabo para darle caza a la nave insignia de
la flota británica: el portaaviones HMS Invincible.
La Operación Invencible
El
día 29 de mayo de 1982, la 2da Escuadrilla Aeronaval de Caza y
Ataque recibió la orden de preparar una misión de ataque a un
blanco que estaba ubicado a 80 millas al Este de Malvinas,
exactamente en el radial 090°. Se pensaba que allí se encontraba
el "Invincible".
Luego del hundimiento del "Atlantic Conveyor", quedaba sólo un
Exocet AM-39. La oportunidad, está vez era para la pareja
formada por el Capitán de Corbeta Alejandro Francisco y el
Teniente de Navío Luis Collavino.
Un compromiso de carácter operativo no les permitía a los
británicos alejar los portaaviones más allá de las 100 millas de
las zonas de combate, debido a que el radio de acción del
Harrier (incluida las maniobras en el aire) no superaba esa
distancia. Ellos necesitaban aviones que despegaran, volaran
hacia el objetivo, estuvieran en el aire durante un tiempo y
regresaran, les era imprescindible tener "presencia en el aire".
Durante la mañana del día 29, Francisco y Collavino, con la
ayuda del resto de la escuadrilla se dedicaron a ultimar algunos
detalles de la misión. En primer lugar, se determinó el horario,
teniendo en cuenta que hasta ese momento los Súper Etendard
habían operado siempre en ultima hora de la tarde; por ello se
buscaría una hora atípica, preferentemente a la mañana o, a más
tardar, al mediodía.
En segundo lugar, y para poder hacer un arco y alcanzar el
blanco por el Este, cosa totalmente improbable desde toda
lógica, tendrían que realizar un doble reaprovisionamiento en
vuelo. Si en la segunda oportunidad surgían inconvenientes, los
aviones podrían regresar a su base, aunque sin cumplir la
misión. No iba a ser la primera vez que aparecieran problemas en
la maniobra del reaprovisionamiento; existen muchas variables
que hacen que el método no siempre sea seguro. Además, la misión
obligaba que los aviones tanques se desplazaran muy hacia el
Este, con todos los riesgos que ello implicaba. Para evitar la
detección de los Hércules por parte de algún piquete enemigo y
que este diera la alarma ante la evidencia del
reaprovisionamiento de una misión por el Sudeste, se solicitó
que los tanques no realizaran una ruta directa desde Río
Gallegos hasta el punto de encuentro con los Súper Etendard,
sino que se pegaran al continente y luego siguieran una ruta
casi idéntica a la de los aviones atacantes.
A mediodía todo estaba listo. En cuanto recibieran la
confirmación de la hora de los encuentros con los Hércules,
despegarían.
En la sala de prevuelo Francisco y Collavino esperaban el
momento de la partida. Pero por razones de tiempo, la misión fue
suspendida, ya que se trataba de un ataque sumamente complejo,
que implicaba coordinación muy detallada a las que había que
dedicarles su tiempo. Tendrían que compatibilizar perfiles de
vuelo de aviones diferentes, y además, disponer de otro avión
tanque para el doble reaprovisionamiento.
A partir de ese momento, los pilotos comenzaron a ajustar una
serie de detalles, considerando que el vuelo, al que se sumarían
los cuatro cazabombarderos A-4C "Skyhawk" de la Fuerza Aérea, se
realizaría al día siguiente.
Durante una reunión que se había realizado durante la mañana del
día 29, en San Julián, el Comandante del Escuadrón de los A-4C
de la Fuerza Aérea reunió, en su despacho, a todos los jefes de
escuadrillas, para hacerles conocer la existencia de la misión
contra el portaaviones británico.
Los cuatro aviones luego del lanzamiento del Exocet por parte de
uno de los Súper Etendard, continuarían para pasar sobre el
blanco y bombardearlo, tratando de penetrar la barrera defensiva
que siempre forman los buques que protegen a los portaaviones.
Una barrera que generalmente, es muy difícil de atravesar. Por
ello, el riesgo que corrían era altísimo, más aun por que el
ataque tendrían que realizarlo en aguas abiertas, donde la
capacidad de detección por parte del enemigo era total y
anticipada como para que los sistemas de armas tuvieran tiempo
suficiente para reaccionar con eficiencia.
Cuando el Comandante finalizó su exposición, hizo un breve
silencio: pausadamente, sin poder ocultar la emoción propia por
el momento que estaba viviendo, preguntó quienes deseaban,
voluntariamente, tomar parte en el ataque.
Un nuevo silencio envolvió a los presentes.
- Señor, solicito autorización para participar.
El Primer Teniente Ernesto Rubén Ureta se había puesto de pie.
Casi al mismo tiempo se levantó el Primer Teniente José Vázquez
- Señor yo también quiero ir.
- Bien - respondió el Comandante - Ustedes designarán a los
otros dos pilotos.
Así lo hicieron. Entre los restantes oficiales del escuadrón,
eligieron al Primer Teniente Omar Jesús Castillo y al Alférez
Gerardo Guillermo Isaac.
El domingo 30 amaneció como era habitual en Río Grande: nublado,
muy frío, y con escarcha por todos lados.
La sala de prevuelo, desde muy temprano, registraba una intensa
actividad. Francisco, Collavino y prácticamente todos los demás
integrantes de la Escuadrilla, se reunieron con los pilotos de
la Fuerza Aérea que participarían de la misión. Juntos
realizaron la coordinación final, dejando sentada la importancia
de la discreción y acomodando el perfil de vuelo de los A-4C al
de los Súper Etendard.
- ¿Qué harán si alguno de sus aviones regresa por fallas? - le
pregunto Francisco a Vázquez, que era el líder de la escuadrilla
de la Fuerza Aérea.
- en ese caso continuarán los otros tres.
Francisco volvió a preguntar:
- ¿Y si un segundo avión tiene que regresar?
- Seguirán los otros dos. Sólo se anulará la misión, por nuestra
parte, por supuesto, si fallan tres maquinas. Ir con un solo
avión no tiene ningún sentido.
Por un momento todos se callaron. Si para los Súper Etendard ese
ataque, por sus características era muy riesgoso, mas lo era
para los pilotos de los A-4C que, si bien eran voluntarios, no
desconocían el tremendo riesgo que corrían. Las ordenes que
tenían era atacar el blanco en el que impactara el Exocet, fuera
cual fuere; se suponía que ese buque iba a estar más indefenso
que otro que estuviera intacto. Era la única manera de aumentar
las posibilidades de hundir al "Invincible", en caso de que el
misil pegara en el portaaviones.
El avion
elegido por la FAA fue el A-4C, al ser superior al A-4B y al no
tener el MIrage III o el Dagger capacidad de reabastecimiento.

Alrededor de las 12:30 hs Francisco recibió la autorización de
la torre de control de Río Grande. Un poco más atrás y a su
derecha, Collavino esperaba que su líder despegara primero, para
hacerlo él segundos después.
Francisco aceleró hasta un ochenta por ciento de la potencia de
la turbina, soltó los frenos y el Súper Etendard, con el ultimo
Exocet AM-39 disponible, comenzó su carrera de despegue.
Aproximadamente unos cinco minutos después, uno tras otro fueron
despegando los A-4C. Como los Súper Etendard, ascendieron a
12.000 pies y pusieron rumbo Sudeste.
Luego de volar durante cincuenta minutos con una meteorología
mas que aceptable, los Súper Etendard llegaron al punto donde
estaban esperando los dos Hércules. Sin inconvenientes
completaron la carga de combustible y permitieron que los A-4C
hicieran lo propio.
Lo novedoso de esa misión era, tal vez, la forma de
reabastecerse: para aumentar el radio de acción se había
decidido que los seis aparatos volaran juntos a los aviones
tanques, turnándose para chupar combustible durante casi 300 km.
La maniobra se realizó perfectamente. Todo marchaba según lo
previsto.
A partir de allí los aviones pusieron rumbo Este, para llegar al
sitio de mayor alejamiento y realizar un segundo
reaprovisionamiento.
Histórica fotografia desde un KC-130 en la que
se ve el 3-A-202
con el Exocet colgando y al fondo el Hércules y los A-4C

Cargados "a full", los aparatos se alejaron de los Hércules y
adoptaron la formación de ataque: los dos Súper Etendard
adelante separados una milla uno de otro; detrás de cada Súper
Etendard, dos Skyhawk.
Comenzaron a cumplir el perfil de descenso. Estaban completando
el rodeo de las naves británicas, que en ese momento estaba a su
izquierda; pronto se encontraron volando rasante sobre un mar
encrespado, cuyas olas salpicaban los parabrisas y formaban
pequeñas mancas de sal en ellos.
Los requerimientos de silencio absoluto de radio y disciplina se
cumplían estrictamente.
Francisco miró su carta, que llevaba doblada en la rodilla
derecha: según los cálculos y la información recibida el
portaaviones se encontraba a más menos a 300 km. de distancia.
Mientras tanto, los chubascos aislados eran, por momentos de
tanta intensidad que hasta podían aparecer en la pantalla del
radar.
Y así ocurrió. Cuando los dos Súper Etendard ascendieron para
emitir con los radares, vieron muchos ecos dispersos. De
inmediato descendieron y continuaron con el vuelo rasante.
Una
milla mas adelante treparon nuevamente y emitieron. Collavino
acerco su mirada a la pantalla, para distinguir mejor: tenia un
eco aparentemente verdadero. En ese instante, escuchó en su
auricular la voz de Francisco:
- ¡Lo tengo, lo tengo enganchado!
Collavino también detectó el mismo eco y exclamó, entusiasmado:
- ¡Yo también lo tengo enganchado!
-¡Veinte millas al frente! ¡En la proa!
¡Lanzo misil! - dijo Francisco, y apretó el botón de disparo.
El avión de Francisco se sacudió.
Collavino y los pilotos de los Skyhawk observaron como el misil
se desprendía del Súper Etendard, cayo dos o tres metros y
cuando parecía que iba a chocar contra el agua, encendió su
motor y comenzó a volar, ya estabilizado, a ras del agua,
dejando una estela de humo blanco producto de los gases de
combustión.
Una vez más, el misil había sido lanzado en excelentes
condiciones de tiro y una distancia que aseguraba el impacto en
un blanco perfectamente destacado por los sistemas de los Súper
Etendard.
De inmediato, los dos aviones navales viraron a la izquierda y
se alejaron para regresar a la base.
Lanzado a unas 24 millas náuticas del blanco, el exocet
demoraría aproximadamente 109 segundos en llegar al objetivo,
mientras esa instancia para los a-4c significarían 153 segundos
pero ya sin la sorpresa inicial, es decir enfrentando a las
defensas antiaéreas de los buques.
Los cuatro aviones de la FAA habían seguido la estela del Exocet,
en su camino hacia el blanco, pero como el misil desarrollaba
mucha mayor velocidad, pronto lo perdieron de vista, a pesar de
que la visibilidad era buena y alcanzaba a un poco mas de 15 km.
Vázquez que era el líder de la escuadrilla, hizo una seña a sus
numerales para que cerraran la formación.
Los aparatos configurados con tres bombas de 250 kg. cada uno,
se fueron acercando velozmente al objetivo, en vuelo bien
rasante: apenas 12 mts. los separaban del agua.
De pronto, a lo lejos apareció una mancha oscura, borrosa por el
efecto de la bruma. No había dudas ahí estaba, inexplicablemente
solo, sin otros barcos cercanos. Había llegado el momento de
verse frente a frente con uno de los buques mas buscados de la
Task Force.
Poco a poco, la figura inconfundible del portaaviones se fue
haciendo mas clara, mas nítida: la cubierta ligeramente curvada
hacia arriba en el sector de la proa; la "isla" (conjunto de
construcciones ubicado sobre la cubierta de los portaaviones y
desplazado hacia un costado de la misma ) desplazada hacia la
banda de estribor. El barco navegaba a muy poca velocidad. Algo
les llamo la atención: desde la base de la "isla" salía una
densa columna de humo cuyo tamaño iba en aumento. Rápidamente se
dieron cuenta que era la prueba indudable de que el Exocet había
impactado. El humo negro salía desde el centro de la
superestructura y por debajo de la pista de vuelo, como si el
Exocet hubiera hecho impacto entre la línea de flotación y la
cubierta. No observó fuego. No había llamas, pero surgían negros
borbotones de humo- la isla –rematada hacia delante y hacia
atrás por las 2 bochas blancas de los radomos de proa y de popa.

Cuando los pilotos llegaron a unos 12 km. del blanco, pusieron
la máxima potencia a sus motores y se prepararon para la
aproximación final. A la izquierda volaban Vázquez y Castillo, y
a la derecha, Ureta e Isaac.
En ese momento, un misil que nadie vio llegar, impactó en el
avión de Vázquez, que estallo, a 8 kms. del blanco.
Tratando de dominar la angustia y la impresión que les había
causado la inesperada muerte de su líder, los tres pilotos
continuaron con su vuelo.
El blanco estaba a unos dos kilómetros. Ya casi lo iban a
"saltar" para descargar las bombas cuando una nueva explosión
los sorprendió, era el avión de Castillo que también explotaba y
prácticamente se desintegraba en el aire. Las maquinas de Ureta
y de Isaac se sacudieron debido a la onda explosiva.
Misiles y AAA disparados desde algún buque desde el sector
oeste, impactaron a los dos aviones que volaban a la izquierda
de la formación.
Ureta apretó con rabia el disparador de sus cañones y levanto su
avión, lanzando la carga y cruzando al portaaviones de popa a
proa, en un ángulo de 30° respecto del eje de la nave.
Por su parte, Isaac tiró también con sus cañones, arrojo las
bombas y cruzo a la nave cuando está estaba totalmente cubierta
de humo. Para evitar llevarse por delante la torre, tiro hacia
la derecha y, planchándose al agua, comenzó a efectuar maniobras
evasivas, mientras tomaba el rumbo de escape.

A
medida que se alejaba, pudo observar que el portaaviones había
quedado totalmente oculto detrás de capas de humo negro.
Así, volaron, separados, durante unos kilómetros, bien rasante y
en absoluto silencio de radio.
A lo lejos, un poco a su derecha, un punto parecía agrandarse.
Si, era el avión de Ureta que lo había visto y estaba reduciendo
su velocidad.
- Isaac vamos a la nodriza - dijo refiriéndose al avión tanque.
-Si, señor, comprendido.
Las palabras estaban de mas. Habían logrado llegar hasta el
portaaviones, impactado en él y estaban regresando a casa. Pero
habían perdido para siempre a dos amigos.
Aproximadamente a 70 km. del punto en que debían encontrarse,
con el avión tanque, los dos Skyhawk ascendieron abandonando la
navegación rasante.
Los 2 KC-130 aguardaban a unos 5.000 metros de altura, en una
zona donde, afortunadamente había buen tiempo.
Uno de los miembros de la tripulación del Hércules KC-130,
intrigado por saber el resultado de la misión, interroga a
través de gestos a Isaac, quien le contesta:
-"¡Lo hicimos mierda!"
Luego de cargar combustible pusieron rumbo a Río Grande. Ya
llevaban tres horas desde el despegue y todavía les quedaba
aproximadamente otra hora de vuelo.
Ureta aterrizó en primer término; segundos después lo hizo
Isaac. Entre los pilotos que esperaban el arribo, estaban
Francisco y Collavino, que recién habían aterrizado y que
sintieron la muerte de Vázquez y de Castillo como si hubieran
sido compañeros de toda la vida.
Ureta e Isaac se abrazaron, llorando, con algunos camaradas,
librando toda la tensión acumulada. Lentamente fueron caminando
hacia los oficiales de la base donde, por separados brindaron un
detallado informe del ataque, algo muy importante, pues habían
tenido la oportunidad de pasar sobre el objetivo y realizar los
lanzamientos.
De acuerdo con los datos que fueron aportando, se efectuó un
análisis de la silueta de los buques ingleses, una especie de
"identikit".
De esa manera describieron la salida del Exocet, la silueta del
blanco y la salida de humo desde este, con la certeza de que se
trataba del impacto del misil.
Ureta explicó que había cruzado a la nave desde popa y hacia la
mura de estribor, afirmando que logro buena puntería. Con
exactitud describió al portaaviones, sus dos chimeneas, su
"isla" grande, la distancia de separación de ésta con respecto
al eje central del buque, los radomos de color claro, la popa
chata. Todo coincidió en que se trataba del "Invincible" y no
del "Hermes".
La información que brindo Isaac fue similar a la de Ureta. Como
éste, cuando se le mostró una serie de siluetas de distintos
barcos, no dudó: "este es el que atacamos", expresó refiriéndose
al "Invincible".
Al día siguiente de la misión, con el radar de Malvinas, se
efectuó el control del PAC de Harrier que se venía haciendo
desde tiempo atrás: la actividad aérea británica había
disminuido considerablemente.
Daños causados:
Un misil Exocet impactó en el portaaviones, junto con tres
bombas de 250 kgs. cada una, que penetraron la cubierta del
buque y produjeron serios daños y un principio de incendio en la
zona de los hangares, aunque una de ellas no estalló.
Naves participantes:
2 Super Etendard - 2do Esc. Aeronaval Caza y Ataque (ARA) (Ala)
4 A-4C Skyhawk - IV Brigada Aérea (FAA) (Zonda)
2 Hércules C-130 - I Brigada Aérea (FAA) (Ranquel)
Las consecuencias del ataque
Inglaterra nunca reconoció que se haya atacado al Invincible. En
sucesivos comunicados contradictorios entre sí el gobierno
inglés dijo: que el ataque nunca tuvo lugar, que sí existió el
ataque pero fue repelido (derribando en el proceso el Avenger al
misil Exocet con su cañón) y también que el ataque existió y fue
exitoso, pero el blanco no fue el Invincible.
En todo caso hay que aclarar que el gobierno Inglés hizo pesar
sobre el asunto un secreto de 99 años, algo inédito en la
historia de la guerra. Esto significa que recién en el 2081 van
a contar la verdad, mientras tanto sus afirmaciones no tienen
valor.
Es altamente probable que después de un ataque exitoso el
Invincible haya sido seriamente dañado, o repose hoy en el fondo
del mar, y que su vuelta triunfal a Inglaterra haya sido una
puesta en escena usando a su gemelo idéntico (o casi idéntico)
el HMS Illustrious. En qué nos basamos para afirmar esto:
• Luego del ataque, el radar argentino ubicado en Malvinas,
detecta una gran actividad de helicópteros británicos, que se
dirigen al este de la isla Soledad. Al mismo tiempo los aviones
del Invincible se elevan a 12.000 metros de altura (maniobra con
el fin de ahorrar combustible). Luego los aviones aterrizan en
San Carlos, donde las tropas británicas se habían establecido el
21 de mayo.
• Ese mismo día (30/05/82) el General J. Moore, decide
trasladarse desde el Invincible (donde había dirigido todas las
operaciones hasta el momento) a San Carlos, para seguir
comandando a la tropa desde allí.
• La actividad aérea británica a principios de junio fue la más
escasa de toda la campaña.
• Simplemente no es posible que el Avenger derribara un Exocet
con su cañón.
• El HMS Invincible demoró 4 meses en entrar a puerto luego del
conflicto, más que ningún otro buque de la flota, siendo además
el tiempo más largo que un portaaviones ha permanecido sin tocar
puerto. Durante ese tiempo estuvo perdido de toda vista.
• El testimonio de Bryan Wolling, marino enfermero del HMS
Invencible, receptor de una medalla por su destacada actuación
en la guerra, que alega haber tenido serios problemas por la
atención de heridos y quemados en el portaaviones. Wolling fue
dado de baja deshonrosamente por la Royal Navy. En 1999, ganó el
juicio contra la Royal Navy, declarando en el estrado los
detalles de la atención de heridos graves por el ataque aéreo
argentino en el mismo Invincible.
• La lista de tripulantes del portaaviones nunca fue revelada,
parece un buque fantasma, sin tripulación y perdido durante 4
meses.
• El Invincible fue la única nave de la flota a la que los
medios de prensa no les fue permitido acceder después de la
guerra.
• El portaaviones que entro a puerto inglés 4 meses después de
finalizada la guerra bajo el nombre de HMS Invincible estaba muy
distinto al que partió a la guerra. Esto se puede verificar en
las fotos. Algunos dicen que era el mismo Invincible luego de
meses de reparación en una ubicación desconocida (que puede ser
la Isla Ascensión, Georgias o incluso Gibraltar) otros creen que
era en realidad el HMS Illustrious, ya que si bien eran gemelos
tenían algunas diferencias que se pueden reconocer en las
imágenes disponibles.
• Desde antes de la guerra estaba pactada la venta del
Invincible a la armada de la India, pero por razones
desconocidas la venta se aplazó (será que nadie quiere comprar
un portaaviones hundido o tocado).
• Por aquel entonces, en plena Guerra Fría, sobraban las razones
para que Inglaterra quisiera ocultar la debilidad de sus
portaaviones recién estrenados. ¿Por qué mantener un secreto por
99 años si nada malo pasó?
• Argentina no contaba con imágenes satelitales ni red de
inteligencia para confirmar los efectos del ataque, negarlo era
lo más inteligente que podían hacer los ingleses, y en
definitiva fue lo que hicieron.
• No es práctica desconocida para los ingleses ocultar el
hundimiento de un portaaviones. El hundimiento del HMS Dasher,
que tuvo lugar en 1943 durante la Segunda Guerra Mundial, se
mantuvo oculto durante 50 años. De hecho se dio a conocer en los
noventa, después de Malvinas. En esa oportunidad murieron 358
tripulantes